
En esencia, el objetivo del liderazgo es distribuir el trabajo para llegar más lejos. El trabajo en red es necesario no sólo porque el líder no puede hacer todo solo (su alcance físico y mental es limitado), sino además porque, como con acierto expuso la terapia Gestalt, el todo es mucho más que la suma de sus partes.
La clave de la delegación, en palabras del coach Francisco Yuste, es bajar el nivel de exigencia. No todo es delegable, sin embargo el líder a menudo cree que es mejor que los demás para realizar una tarea delegable y esto genera frenos a la hora de desarrollar la fuerza colectiva. No sólo eso, la delegación tiene como consecuencia un tesoro que sólo conocen los que saben delegar: la persona que asume la tarea delegada y en quien se ha depositado la confianza se siente orgullosa de sí misma cuando lleva a cabo las tareas encomendadas. Esto hace que fortalezca su autonomía y desarrolle su creatividad a la hora de buscar recursos y soluciones, convirtiéndose en un miembro cada vez más valioso para el equipo.
El reto de la delegación es lograr el equilibrio entre la libertad de acción (creatividad y autonomía) del equipo por un lado, y la eficiencia operativa por otro. Es en este campo donde se producen los desajustes y donde, bien gestionados, se multiplica la fuerza del equipo.
Mariano de los Santos