
El respeto de los demás no se exige, hay que ganárselo. Para ello es necesario cultivar la humildad y demostrar que lo que de verdad importa es la organización y las personas que la forman. El coach Bill Campbell afirmaba que los buenos líderes crecen con el tiempo y que el liderazgo recae en una persona pero proviene del equipo, por lo tanto el liderazgo no es personalismo sino estar al servicio de algo mayor: la organización y el equipo.
La gente curiosa, que quiere aprender cosas nuevas y que está abierta a ser asesorada, es la más adecuada para asumir el puesto de líder.
Tratar de llamar la atención, acaparar el mérito y buscar el éxito propio por encima del éxito del equipo son tendencias corrosivas y representan rasgos de narcisismo. No es casualidad que un estudio realizado en 2008 señalara que los narcisistas tienen mayores probabilidades de alzarse como líderes de un grupo.
El líder narcisista puede llevar a la organización a la innovación y la alta productividad, sin embargo con el tiempo se genera un desgaste debido a su poca o nula empatía, un muy bajo nivel de tolerancia, su renuncia a aceptar sus errores y su lenguaje manipulador que le lleva a la consecución de objetivos a corto plazo mientras a largo plazo aboca a la organización a un proceso de agotamiento.
Mariano de los Santos